Breve resumen

 

 Poco se conoce de la villa de Hueva, son pocos los libros que hablan de esta villa simpática y alegre. Pero yo creo que en tiempos atrás tuvo su importancia.

 Fue aldea de Guadalajara después de la reina doña Berenguela, perteneció, como tantos otros pueblos, aldeas o villas, a la orden de Calatrava. No existe origen, se dice que se ganó a los moros por el Cid. Tuvo privilegio por el emperador Carlos V, de no ser nunca enajenada. Este privilegio solo lo tenían las ciudades y villas de gran importancia, por sus servicios a los Reyes y grandes señores, (aunque se desconocen las causas).

 En tiempos, fue de mucho aceite y viñedo, como sus montes de carbón y canteras de yeso, algo de ganado y poco de cereales. Esto último no concuerda con el molino de moler que tenía el Concejo. Otra característica de su importancia es que el concejo poseyera además un hospital.

 En el año 1545, llegó a tener 435 vecinos. Pastrana, 30 años después, (en el año 1575), contaba con 1.000 vecinos, otro dato más de su importancia como villa. Aunque hacia el año 1546, murieron alrededor de 300 vecinos a causa de la peste. También nombrar que contaba con unos 182 edificios, y que hoy con todas sus construcciones no llega a tenerlos.

 El dato más significativo es que llegó a tener cuatro cabildos; Santo Sacramento, San Ginés de los Coronados, San Sebastián y San Miguel. También existieron cuatro ermitas; Santísimo Cristo de la Fe, San Roque, la ermita de la Concepción y San Sebastián. De estas cuatro ermitas, no queda nada en la actualidad. Poco es lo que queda de todo aquello, tan solo se sabe donde estuvo la ermita de San Sebastián, porque a juicio mío, lo que actualmente se conoce como iglesia de Santa María de la Zarza, estaría levantada sobre lo que se conoció como el castillo de Don Juan Sánchez.

 También existen unas tablas deterioradas de los siglos XVI, XVII y XVIII , a causa del fuego que sufrió la iglesia parroquial el 2 de Junio de 1980. Lleve a Hueva para tal fin a mi buen amigo Julio Morales, restaurador de resonancia internacional, para ver si tenían arreglo de restauración dichas tablas, y cual fue la sorpresa al ver los retablos, que en el de Nuestra Señora de Fátima, existen otras dos tablas, una de San Francisco de Asís y otra de Santo Domingo de Guzmán, una del siglo XVI y otra del XVII.

 Aunque se podría contar mucho más sobre esta agradable villa, de la cual me siento muy orgulloso de ser vecino, desde aquí invitar a cualquier viajero o visitante a que mejor se pase por aquí, para conocer un poquito más de este, mi entrañable y acogedor pueblo.

Víctor Martínez Viana

Nueva Alcarria, el 20 de Febrero de 1982