Biografía

 Melchor López Ximénez nació en la villa de Hueva, provincia de Guadalajara, el 19 de enero de 1759.

 Cuando tenía unos ocho o nueve años, un hermano de su padre, don Melchor López Merchante, teniente de cura en la parroquia de San Nicolás de Bari, de Madrid, se lo llevó consigo a la Corte, y si bien aún volvió alguna vez a su pueblo en los años siguientes, ya pasó toda su infancia y juventud en Madrid. Allí ingresó en el colegio de los niños cantorcillos de la Capilla Real, en el que se formó musicalmente, y en él continuó hasta 1784.

 Entre sus maestros de escuela José Lidón, entonces organista de la Real Capilla. De hecho, tanto Melchor López como sus patrocinadores de Madrid, en sus cartas al Cabildo de Santiago, con motivo de su pretensión a lograr el magisterio de capilla de la catedral compostelana, siempre nombran a Lidón, y sólo a él, entre sus profesores.

 En 1781, a causa de haber obtenido el maestro de capilla de la catedral de Plasencia la plaza de maestro del Real Colegio, opositó Melchor López a la vacante placentina. En sus escritos al Cabildo de Plasencia, Melchor López ya se califica, como haría luego en los que escribió a Santiago, "colegial más antiguo en el Real Colegio de cantores de Su Majestad". Apenas seis meses después hizo otra tentativa, esta vez al magisterio de capilla de la catedral de Ávila, vacante por muerte del maestro Jerónimo Vicente. Se presentaron primero cinco opositores. El Cabildo, en vez de hacerlos venir a todos -lo que ocasionaría gastos y complicaciones-, prefirió encargar al deán, que estaba en Madrid, que pidiese informaciones confidenciales. Contestó que tres de ellos, entre los que se encontraba Melchor López, "colegial más antiguo en el de los cantores de Su Majestad", había podido obtener "un cumplido y exacto informe" de "un maestro de capilla de la mejor nota y fama de Madrid". Por fin, el siguiente intento sería el eficaz; y sin duda el joven maestro dio por bien perdidas todas las oposiciones anteriores, lo que significaba ser maestro de capilla de la catedral de Santiago, con dignidad de canónigo, un sueldo notablemente más alto que los de todos los puestos a que hasta entonces había aspirado, una magnífica plantilla de cantores e instrumentistas a su disposición, con excepcionales solistas españoles e italianos, etc.

 Sucedió en 1783: el 8 de noviembre de ese año moría el maestro de Capilla de la catedral compostelana, el italiano Buono Chiodi, al que el Cabildo gallego había ofrecido el puesto de maestro en plena fiebre de música italiana e italizanizante. La primera solicitud de Melchor está fechada en Madrid el 25 de febrero del año siguiente, 1784- pero hay buenos motivos para pensar que ya antes había realizado algunas gestiones. El 23 de marzo de ese mismo año 1784 fue elegido maestro de Capilla de la catedral de Santiago. El Cabildo se apresuró a comunicar la noticia al Patriarca, quien, a su vez, se la participó a su patrocinado. Éste, sin embargo, no se puso en camino inmediatamente: el cargo llevaba consigo la dignidad de canónigo y, según los estatutos de la catedral, ningún canónigo podía tomar posesión de su prebenda sin haber presentado antes las "pruebas de limpieza de sangre". Melchor López tomó el asunto con la seriedad con que hacía todas las cosas: parece que él mismo se trasladó a Hueva, donde se habían de tomar las declaraciones a los testigos que depondrían en el largo proceso, pues una buena parte de sus extensos formularios parecen escritos de su mano. "Ojalá que mi estudio pudiera contribuir a la magnificencia" de la función sagrada. Tomó posesión de su cargo el 18 de junio de 1784. Y desde entonces apenas si salió de Santiago, excepto en pocas ocasiones para formar parte del tribunal que juzgase oposiciones a maestro de Capilla u organista en algunas catedrales vecinas, y aún en algunas oposiciones ni siquiera salió de Santiago, sino que los ejercicios de los opositores le fueron enviados por correo, y por correo remitió él su censura. Sólo hubo una excepción: un viaje que hizo a Madrid y Hueva en 1794, con motivo de haberse muerto su padre y un tío suyo; se le concedió el permiso el 29 de marzo y duraba, según el acta que recoge el acuerdo capitular, hasta la víspera de Todos los Santos, o sea, el 31 de octubre.

 Vivió, en efecto, durante casi cuarenta años, plenamente entregado al cumplimiento de los deberes de su cargo, que comprendían fundamentalmente tres ocupaciones: el cuidado y enseñanza de los niños del coro, la composición de música para el culto solemne de la catedral y la dirección de la Capilla y orquesta durante las funciones sagradas. Hay un doble aspecto que merece la pena recoger en particular: ante todo, decir que Melchor López tenía una caligrafía bellísima, de gran elegancia y muy cuidada, reflejo, sin duda, de su carácter metódico y amante de lo bello; y luego el hecho de que él no solamente componía sus obras en esa hermosa caligrafía, y las copiaba en limpio, en partituras que luego encuadernaba, recogiéndolas por géneros musicales, sino que, en muchas casos -también en su "Misa de Réquiem"-, copiaba él de su mano, siempre con sumo cuidado, las partes de cantores e instrumentistas, que era más que duplicar el trabajo.

 Murió en Santiago el 19 de agosto de 1822, dejando merecida y duradera fama, hasta el punto de que casi cien años después de su muerte un grupo de admiradores suyos hizo colocar una hermosa lápida de mármol en su sepultura, que, como la mayor parte de los canónigos de la catedral, está en el claustro del templo del Apóstol.

José López-Calo, Joám Trillo Pérez

Tumba Melchor López

Lápida de Melchor López,
Catedral de Santiago de Compostela
(Foto: Llanos Higuera)